sábado, 19 de noviembre de 2022

 HISTORIA.

Lilith fue la primera esposa de Adán, hecha a mano de la misma materia primordial que él. Una Semilla de Vida, creada por el omnipotente miles de millones de años atrás. Por tanto, Lilith en realidad es un ser equivalente a Adán. Sin embargo, él no estaba de acuerdo con la ideología de Dios. Adán buscó hacer de Lilith una sumisa, quien, en el preciso momento en el que fue formada, se ganó al respeto de Dios a través de sus innumerables obras y ardua dedicación en el Edén. Por tanto, Adán, celoso de que una mujer se ganará el lugar que el creía merecer por derecho, intentó inferiorizar y sodomizar a su mujer, lo que por supuesto, Lilith repudió: Había sido moldeada de arcilla como Adán, ella es igual a él, no debería estar debajo de ningún hombre, no sería una marioneta atada a una cuerda. Exigió la igualdad de Adán y, al no poder adquirirla, exclamó el "Nombre Inefable" de Dios, quien ciertamente no podía obligar a Adán a cambiar de pensamiento a su decisión de libre albedrío para con sus creaciones, por mucho que Adán estuviera equivocado. Pronto, se rebeló ante dichas exigencias de sometimiento, a vista de lo que Adán buscaba, incluso torturarla, abusarla y violentarla, y lo abandonó. Adán, a cambio, se quejó a Dios de que su esposa no merecía su bendición tras haberlo dejado.
En el exilio, Lilith vagó en la tierra durante muchos años, hasta que se encontró con Lucifer.
Lucifer se describe como el ángel más hermoso y brillante que existe, considerado el pináculo de la sabiduría y la belleza. Su belleza superó a todos los demás ángeles en el cielo, lo cual es impresionante, ya que la apariencia de un ángel es indescriptiblemente inmensa. Se decía que Lucifer era el más brillante de toda la creación y era el más reverenciado y alabado.
La posición exaltada de Lucifer y ser la creación favorecida de Dios hizo que su orgullo creciera, orgullo que fue desafiado cuando Dios le encargó velar y guiar sus creaciones en la tierra. Si bien no lo admitiría a nadie más, detestaba estar bajo el control de su Padre debido al hecho de que es un ángel que encarna el libre albedrío. Por ser el hijo predilecto, Dios le revelaría sus planes, y cuanto más Dios se abría ante él, más comenzaba a cambiar a peor. Los pensamientos de Lucifer comenzaron a desviarse de lo que su Padre deseaba. En el interior de su alma fueron engendrados a partir de su odio, envidia, vanidad y delirio, los primeros pecados, los pecados originales, corrompiendo su magnanimidad.
Eventualmente, condujo a una serie de discusiones acaloradas entre Lucifer y Dios, que consistieron en que Lucifer le preguntó a su Padre por qué realizaría tales actos y solo se enfureció por sus respuestas crípticas. Lucifer deducía que todo y todos estarían bajo la sombra de la mano de Dios, viviendo y actuando como Él quiere y elige que vivan y actúen. 
Pronto llevó a Lucifer a sentirse insatisfecho con seguir a Dios junto con el hecho de que su Padre favorecía a las nuevas creaciones conocidas como humanos, pasando menos tiempo con Su propia familia y más en el desarrollo de sus supuestos hijos. El resentimiento de Lucifer hacia Dios se extendería hacia la humanidad, ya que Lucifer también se negó a inclinarse ante el hombre, ya que inclinarse es una muestra de sumisión y optó por no ser un sirviente encadenado a los caprichos de los mortales, sin importar si Dios quisiera que Lucifer se convirtiera en un faro guía para la humanidad en sus tiempos de necesidad. 
La paranoia de Lucifer le hizo ver a Dios como un gobernante tiránico y declaró que nadie debería tener el control de la vida y el destino de los demás, sino que deberían ser agentes libres que tengan control sobre sus propias elecciones y acciones, y como tal, proclamó que él gobernar en lugar de Dios para eliminar el concepto mismo de la predestinación. Lucifer se alzó contra Dios, con el apoyo de un tercio de las huestes celestiales.
Cuando Lucifer finalmente se enfrentó a su padre, Dios le preguntó cuál era realmente el objetivo de esta guerra, argumentando que él solo los guiaba y que eran libres de elegir qué caminos tomar por su propia voluntad.
No obstante, Lucifer contempló las calamidades que se producirían bajo el método de gobierno de Dios, mientras él simplemente se recostaba en su trono y no levantaba su mano. Un observador caprichoso de sus creaciones siguiendo su gran plan. 
Cayó durante días, o "nueve veces el espacio que mide el día y la noche" según Milton, y cuando finalmente chocó dentro del Lago de Fuego, que es en realidad los mares del Caos, su colisión moldeó el inframundo. Lucifer engendró el infierno con su exilio.
Su cabello etéreo, una vez rubio prístino, se convirtió en un color negro sangre y, aunque su rostro permaneció hermoso, sostenía una mirada feroz y orgullosa que nunca vaciló. No fue hasta que Lucifer creó a un halo de luz a partir de su maná Angelical, un serafín que procedería con su legado, que perdió y renunció a la pureza.
Fue así como Lucifer cayó además en los brazos de Lilith, y éste se enamoró de ella, quien había cuidado de su cuerpo débil e inconsciente cuando emergió del empíreo. Dos herejes en los confines de la tierra expulsados del Edén. Empero, Lilith no confiaba en Lucifer, y éste requirió demostrarle absoluta benevolencia y condescendencia, ya que había perdido su confianza en los hombres. Así, Lilith aceptó el juramento de Lucifer de ensalzarla como una igual en el deseo de escalar en la jerarquía.
Transcurrido el tiempo, Lilith se convirtió en una deidad y domó el trono del infierno, cedido por su esposo Lucifer. A diferencia de lo que se dice en las historias bíblicas, Lilith no consiguió su poder robandolo, ni mucho menos a costa de un hombre. Ella misma forjó el valor que quería darse, y, de este modo, reinó sobre los nueve círculos con Samael a su lado.
Lucifer vivió toda su vida atormentado. Nadie era lo suficientemente valiente para rebatir sus decisiones y la reputación zanjada entorno a su actuar, era de temer. Aún después de caer, Lucifer se mantuvo puro en poder y supremacía, bajo la influencia de los siete pecados capitales nacientes en el pecado original en el Edén. Para su buena o mala suerte, Lilith, conforme daba a luz a sus hijos, Lucifer iba heredando y vertiendo estas almas corruptas demoníacas milenarias en sus vástagos de sangre, híbridos humanos mitad demonios, cambiones, Nefireths, convirtiéndose en un ángel caído condescendiente, menos errático y benevolente al perder sus espíritus del pecado.
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario